Brillante, emocionante, descriptiva, celestialmente terrenal… Son algunas de las ideas que se nos pueden venir a la cabeza cuando escuchamos una marcha procesional como la que nos ocupa.
Compuesta por Manuel Borrego Hernández en el año 1956, estamos ante una marcha distinta a cualquier otra. Este compositor es uno de mis favoritos en el género, original donde los haya y su música aún es muy poco conocida.