Lux Aeterna, de Francisco Javier Torres Simón

El pasado sábado la Banda de Cornetas y Tambores de María Santísima de la Victoria tuvo a bien regalarnos la posibilidad de seguir escuchando «música para pasos de cristo» que aporta.

Y es que «Lux Aeterna» es música. Y de la buena. No se queden con el hecho de que la banda tocase parte de la marcha con un violín. Eso es anecdótico. Aunque anecdóticamente bello. Eso no es innovar por innovar, ya que no es ninguna innovación. Simplemente, la Banda de Las Cigarreras prepara cada actuación al milímetro para que sus músicos disfruten mientras hacen disfrutar al público. Y cuando tienes claro tu camino, esto es, apostar por la calidad, aparecen marchas como la que nos ocupa. Presten especial atención al final, tan brillante como emotivo.

Adjunto la descripción de la marcha por el autor, extraída de la web de Las Cigarreras (podéis consultar aquí):

Tras una conversación con Dionisio Buñuel, descubrí que esta hermandad estaba muy involucrada con las asociaciones de donantes y transplantados de órganos. Con esta información le di vueltas a la cabeza sobre cómo debía ser la estructura de la marcha.

El boceto inicial recibió muchas modificaciones, pero al final lo que tenía claro era que la estructura debía representar un concepto que identificara claramente tanto al misterio como a la donación de órganos: el resurgir.

Centrándome solamente en los transplantes de órganos que proceden de fallecidos, debía ser muy gratificante pensar que, pese al dolor de la pérdida, parte de ese ser querido iluminaría el interior de otra persona, haciendo que su espíritu siguiera viviendo.

Ante esta idea, no creo que hubiera un título más acertado como Lux Aeterna.

La forma de esta marcha está dividida en tres partes que son el estado inicial, la plegaria y el resurgir.

El estado inicial se muestra con una melodía truncada, sobria aunque muy emocional. Esta melodía se contesta varias veces con contramelodías casi idénticas a la inicial que representan el concepto de que padre, hijo y espíritu santo son lo mismo.

Esta parte finaliza con un golpe de campana que simboliza la muerte, aunque inmediatamente aparecen los efectos de aire, identificando con este aire el soplo de vida que le dio Dios a Adán, y que de igual forma es el soplo de vida que los médicos les da a aquellos transplantados con el nuevo órgano.

El sólo es la plegaria por la vida. Es poner música a todas las oraciones de familiares que aguardan impacientes el resultado de la operación.

La parte final es una reexposición de la melodía inicial, aunque modificada armónica y rítmicamente. Representa la luz eterna. La esencia, que aunque transformada, nunca muere.

 

Agradezco a Iván Núñez Simón la cesión de las fotos del Sagrado Decreto, así como a Fernando Domínguez Gómez por la del Espíritu Santo, necesarias para realizar el vídeo que acompaña a esta pequeña reseña.

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